La lengua de signos es una lengua reconocida legalmente que utiliza un canal viso-gestual para comunicarse.
Posee una estructura gramatical rica y puede emplearse para abordar cualquier tema. A diferencia del resto de lenguas, en lugar de palabras utiliza signos (unidades de significado) y queremas agrupados en parámetros (unidades de significado) en vez fonemas.
En España, los antecedentes de esta lengua se remontan al siglo XVI. En los monasterios de esta época se empezaron a utilizar signos para poder comunicar cosas de importancia debido a la obligación de guardar silencio. Además, los monjes trataban de educar a los niños sordos. Fue Pedro Ponce de León quien comprendió la necesidad de estos niños de expresarse y comenzó a emplear u sistema gestual de comunicación.
En el siglo XVII, D. Manuel Ramírez de Carrión utiliza la pedagogía de su época para intentar integrar a los niños sordos en la sociedad.
Pero es en la segunda mitad del siglo XVII cuando se publica el tratado Escuela española de sordomudos o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español. Escrito por D. Lorenzo Hervás y Panduro, supone una seña fundamental en la integración de personas sordas al señalar la afinidad entre lenguas.
El mayor paso a la estandarización de esta lengua se da con la publicación del Diccionario de mímica y dactilología, de Franciso Villabrille. Esta obra incluía 1500 signos descritos.
En el siglo XIX se abren los primeros colegios de sordomudos y ciegos. Allí se desarrolla la interacción lingüística y social entre estas personas y el inicio del desarrollo de las portolenguas de signos española y catalana.
La reivindicación de estas lenguas de signos como instrumentos de comunicación propios surge en el último cuarto del siglo XX. Se realizan numerosos encuentros que abren el debate sobre la necesidad del reconocimiento y uso de estas lenguas para garantizar el pleno acceso de personas sordas y mudas a la educación y a la sociedad.
En todo este tiempo, la relevancia de esta lengua ha aumentado considerablemente, pero nunca ha llegado a obtener el reconocimiento ni desarrollo que merece como lengua completa. El lenguaje de signos no es la única forma que tienen de comunicarse las personas sordas y/o mudas. Existen tres corrientes que pueden enmarcar sus métodos de comunicación: oralista, signista o manualista y mixta. Más adelante abordaremos las diferencias entre ellas, pero desde Tenyus queremos apoyar toda modalidad elegida y la necesidad de hacer más accesible la comunicación entre personas.
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